La otra noche
la que descuida a sus dueños;
la noche en lomo de imaginerías
sangrando y desangrando.
De esa noche
cavadora de sonámbulos
un río tuerce la garganta
y brilla.
Y el aire
¡pandero de apariciones!
suena como la plata herida
de sus árboles.
No he dormido;
fue otro sueño despertando
con sus clavos dulces
y fui yo, el fugitivo.
Canta, alma,
no digas noche, habla con estrellas
allá de soledad
tu sombra.
Marioantonio Rosa.© 2016
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