domingo, 28 de febrero de 2016

KISAGOTAMI














(lecturas del Dalai Lama)

Kisagotami era una mujer que sufría,
tanto, que su desnudez pintaba barcarolas
y una espada de muchas noches pendía de su alma;
los ojos al eco del mandala de lluvia
y la voz desnuda de los que no duermen.

Andando el tiempo, su hijo muere;
la muerte echaba fronteras en su casa, la muerte íntima,
besó la boca de su hijo en un tormento de pájaros
y Kisagotami desangraba su amor de soledad

esos soles truncos,
que solo el dolor parte entre los avisos.

Solo un grano de mostaza
un grano nuevo, indoloro, sin apellidos
en un hogar, donde nunca la muerte posara sus rodillas
era el cauce de Kisagotami para entrar al amanecer;
allí, descalza, tocaba cada puerta, y preguntaba
y la respuesta siempre fue la misma
hemos sufrido de muerte.

La mujer regresó donde aquel hombre
que la había enviado a encontrar un lugar del no sufrimiento
y con el grano nuevo mostró su fatiga

El Buda, la miró a los ojos
y nacieron juntos, más allá de toda lágrima.

Marioantonio Rosa.© 2016

viernes, 19 de febrero de 2016

RECADO A ROSARIO FERRÉ











Solo diré que hay un ángel cerca
un ángel de pedrería y agua;
un alba perdida en tu casa de la laguna
con el pecho de palabras que abandonas
y el sonido de tus libros, 

como el mar alborotado de una voz primaria

dejas, Rosario, la patria zozobrando,
dejas cirios aun sedientos de un maldito amor
nos dejas sin voz para buscarte en la iluminación

he visto al ángel llegar
y poner la mano, regándose un rosario
y es que tal vez, lejos de lo humano

un acto de letras cae en partituras por tus ojos
y la tierra ya no es suficiente,

para amarte.

Marioantonio Rosa.© 2016

miércoles, 17 de febrero de 2016

DESPIERTO


















tras la música de estas pocas hojas
y del aire en recuerdo de incendio en la escalera
sonido de un nombre malherido
que sube a la palabra donde giro otras luces
otro cuarto a requiem de mariposas, otra sangre

y un desvelo que se ahoga conmigo

tras la música, seca,
teñida en verano oculto y desmemoria,
me toco el tiempo despierto, no hay nadie,
las ventanas están vacías, aunque lejos,
solo voces de pájaros desnudos,
lejos, todo mundo, todo ausente, ahí estoy
el vaso está vacío en la mesa, fumé mi último cigarrillo
y feliz, al mismo tiempo se habla el espíritu
pero les mentiría sino siento tristeza
o ganas de llorar toda esa música de pocas hojas
ese templo sucedáneo que ampara sus celajes
y se despide, quedando todo en blanco

en la esquina de las manos

sé, que estoy despierto
por amor y por piedad, por esta espada de misericordia,
llena y justa a la marea de mi sombra

estoy triste y feliz,
en la herida de esta mansedumbre.


Marioantonio Rosa.© 2016

sábado, 6 de febrero de 2016

DANIEL SANTOS AUTOGRAFIADO (Recado a Daniel Santos, Bolerista de América)



















(Para Luis Enrique Romero, por la interpretación)

He querido imitarte en algún bar escondido
junto a una mujer ajena y un vaso de whiskey;
la vellonara destrozándose en los surcos de tus boleros
y un sombrero nocturno y tibio para la soledad;
caminé borracho alguna calle de Río Piedras,
y en los muros de la hiedra lloraba de tus lágrimas
casi como hiciste tú, en esa playa de Varadero
cuando el amor te dejaba blancos los ojos,
en la luna cavadora de una muerte rápida,

pero regresaste a tierra, innombrable de sílabas.

Mi madre te sigue amando, Daniel,
todavía alcanzo a sentir la radiola en coloratura
cuando cantabas el adiós a los muchachos
que se iban a la guerra bajo una bandera extraña
y regresaban muertos, o entre pedazos, incomprendidos,
porque esa sigue siendo la orden del imperio y el tirano
al que le seguimos besando el trasero-no quiero decir, culo-
Mi padre, que tenía un bigote muy parecido al de García Márquez,
cantaba bajito esa canción del perdón,
tendida en la eternidad por Pedro Flores, y yo, después,
te encontré cantando en un bar de Zapopán,
mientras me halaba un tequila y una llamada que nunca llegó
"Lo siento por tí" empecé a susurrar,
oh, gran bolero de Rafael Hernández lleno adioses y tejados,
cargando para mi boca una plaza de luciérnagas.

Tanto Daniel, tanto,
allí estaba, viendo tu último concierto,
en el Teatro de la Universidad; tu botella, tu siglo de amor,
tu majadería, tu elegancia, tu hombria tosca y sin número,
esa última pértiga de tu mirada al público, sin despedirte
para que siempre jugáramos a recordarte.

Hoy Daniel, han pasado 100 años,
en esa calle huérfana y angosta de Santurce
donde naciste, donde sigues naciendo,
bajo el sonido de un collar de escenarios nostágicos

confieso que te imito, Jefe,
en la escarcha de un bar que me ha dejado el tiempo,
destrozando la misma vellonera
ahora feliz con Marta, y contigo,

jugando con naipes mojados al ocaso.

Marioantonio Rosa.© 2016

viernes, 5 de febrero de 2016

RECADO DE LA MEMORIA ROTA (Salmo de patria a Elías Beauchamp e Hiram Rosado)













Llevo tanto tiempo esta herida,
llevo tanta ausencia en ese aire que no estaba
cuando las balas rasgaron el lienzo
y comenzaba el verbo de los olvidados;
llevo una lágrima antigua en mi sombra
llevo las décadas con la misma oración de los calabozos

y el pozo de alacranes que devora la memoria.

Abatidos
en la purísima giralda de la sangre
como exponiendo su eternidad sobre aquel cielo
regado a cuerpo de ceniza,
aquel cielo que no ha regresado libre
partiendo con espada, limpiando con pólvora
el tiempo esclavo que dormimos;
abatidos, casi sin alma, todo con astros
tal vez el incendio de una noche gloriosa

donde queda un único amanecer para redimirse.


Aún escucho las balas
y a el Coronel Riggs con su hipo de rinoceronte
rocando loas lozanas a la democracia;
los disparos que se olvidaron en este muro moderno
donde poca patria se queda en las gavetas
y la modernidad se desquicia al abrazo de las vitrinas
y la poesía, ¿dónde? se hiere con ídolos de color escarlata
de esos ídolos que piden turnos de lectura
para cantarse mayúsculos de aplausos;
aun las balas tan cercanas a tu nombre Hiram,
tan cercanas a tu calandria de fuego, Elías
las sigo recibiendo en mi silencio
y mi silencio va buscando palabras de insomnio
bajo este dormir tan doméstico que nos extingue
bajo esta buena comida, esta ropa del San Juan Mall
este tributo tan putesco al dinero;
balas, que son plegarias a mi pueblo, que son actos
de una carcel que nos riega el conjuro de la sed
y la arenisca que destroza la memoria.

Esa mañana de 1934
fue ayer, el dolor nos ama despojados;
el no pensar, el no sentir,
el no tocar un simple pedazo del espíritu

Elías, Hiram, todo es un desierto
una larga semilla del desierto en la boca

solo basta echar el labio
para quedarnos sin patria

y quedarnos solos.

Marioantonio Rosa.© 2016

lunes, 1 de febrero de 2016

UN TRISTE Y DESNUDO POEMA AL ROCÍO













La luz en la pared, alba equivocada;
el aire pasa solapado, desconocido a la imaginación;
esa charca una vez de transparencia, ahora mano de preguntas
y el alma con su hierba de mariposa apagada, pensando,

los rumbos, las caídas, el silencio.

En derredor
ocurre un brillo de herida cenital, está desnudo,
cada incendio verde, cada cosa viva parecida a la nostalgia;
yo la veo, como una hembra descalza en la escalera
partiendo feliz el sombrero de su diluvio, adivinadora,
quizá surtiendo el viaje solitario del día

y su dolor sobre las uvas y la calma.

Rocío,
estoy tan triste sobre tus siglos helados
es esa tristeza con sonrisa a poco río, a suave lumbre,
a la vez un llano en torcedura de soledad
así como te posas en cada hoja, con tu corta isla,
vivaz, y transparente en tu sonata muda donde todos te oyen,

Hace tiempo,
tenía de mi voz este poema guardado;
no recuerdo el lugar ni bajo qué trópico,
solo que hoy, no he seguido letras incendiarias,
a pesar de que mi país necesita carajos nuevos y llamados al combate,

me he quedado mirándote, solo y vivo
como quien no quiere una nueva tristeza.

Marioantonio Rosa.© 2016